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Cómo identificar la alimentación que más le conviene: Conocerse a sí mismo

Tuesday 29 th April 2014

El mejor médico de una persona es uno mismo.
Como la Dra. Natasha Campbell-McBride dice: "There is no universal rule, and anyone who tries to prescribe us when we should fast when we should eat and should not be listened to. No scientist, no doctor in the world and no laboratory can tell you what you should do personally. The only authority that everyone should listen to is his own body, because Mother Nature has taken billions of years to draw it", es decir, ningún médico o terapeuta puede decirle a una persona qué ha de comer. Sólo la misma persona puede saberlo.
El cuerpo es quien mejor sabe qué le conviene, sólo es necesario saber escucharlo. Todos los animales saben perfectamente qué comer, incluso las vacas van a comer hierbas medicinales sin que nadie se lo diga, por sí solas, cuando están enfermas. ¿Por qué el hombre es el único que no sabe qué le conviene, y come alimentos perjudiciales para su salud? ¿Qué factores impiden poder escuchar nuestro cuerpo?
En este artículo se explica con más detalle en qué consiste el segundo principio del método Living Fully Nourished: cómo conocerse a sí mismo para poder tomar en mano su propia salud.
 

Jonathan Bailor explica:  "The more someone claims to know everything there is to know about food and nutrition, the less they know about food and nutrition, because for any of these extremely complicated areas of life like nutrition, exercise, psychology, quantum physics, actual experts will be the first to tell you there’s a lot we don’t know. When you don’t know that much, you err on the side of practicality. Practicality tells us very simply, what do healthy cultures eat consistently? Healthy cultures eat foods found directly in nature.”
Tal y como dicen los títulos de los libros de Michel Dogna, “Prenez en main votre santé” (Tomar en mano su salud), es necesario que la persona retome el control de su salud. Los médicos y terapeutas están para ayudar y aconsejar, pero no se debería obedecer ciegamente en ellos por miedo. Precisamente es el estrés creado por la sentencia dictada por el médico/terapeuta lo que impide la recuperación. El sentimiento que se debería infundir a un paciente es la esperanza, la modestia frente a la extraordinaria perfección y complejidad del cuerpo humano, positivismo, ánimos y soporte de todo tipo.

 

Recobrar el instinto natural para la comida

Debemos escuchar nuestro cuerpo, pero debido a diferentes razones estamos desconectados de nuestro cuerpo:
1.- Nuestra mente. Nuestra mente está por encima de nuestro cuerpo, puede controlar y anular cualquier necesidad física, es una de las características que, afortunadamente, nos separan de los animales. Las personas mentalmente equilibradas pueden controlar sus impulsos sexuales, la violencia, las necesidades fisiológicas, y por supuesto, el hambre. Pero esto se produce a costa de perder el instinto sobre qué alimentos son beneficiosos para el cuerpo en cada momento, retenerse en exceso las necesidades fisiológicas pudiéndose dar lugar al estreñimiento, beber en exceso (por ejemplo cuando el médico dice que se han de beber 3 litros al día) o demasiado poco, etc.
2.- Nuestras creencias. Desde pequeño nos inculcan qué es beneficioso y qué es perjudicial. En la escuela, los padres, los anuncios y programas de la televisión,  la religión, la cultura en general de la época en que vivimos, los amigos, los médicos, y actualmente, Internet. De la misma forma que nuestra mente, el hecho de tener unas creencias nos eleva como personas, pero nos desconecta de nuestras necesidades físicas. Ya no escuchamos a nuestro cuerpo, escuchamos a un médico, un nutricionista, un amigo, un familiar, nuestro dogma de fe, etc.
Debido a estos factores, nos podemos encontrar con la situación en que por ejemplo, la persona necesite proteínas de carne y pescado, pero debido a sus creencias y a su mente, piensa que ser vegetariano es lo mejor para su salud. O bien a la inversa, que necesite pasar por una época de limpieza para eliminar toxinas del cuerpo con una dieta vegetariana, y sin embargo, continue comiendo una gran cantidad de carne porque su nutricionista dice que para perder peso debe seguir una dieta hiperproteica, o de cereales porque se ha pasado al budismo y sigue una dieta macrobiótica.
Es importante poner en duda todos nuestros dogmas relacionados con la nutrición, sobretodo respecto a la información que nos llega por Internet o por diferentes medios. Como el Dr. David Katz comenta: "Don’t just read opinions that confirm your own. If all you read is the stuff that agrees with what you want to believe in the first place, you’re taking a biased approach and not likely to wind up with a balanced perspective. You’ve got to read the best stuff that disagrees with what you’re hoping is true. Then, if you can still believe what you wanted to believe, it may be robust."
Otras veces el problema no se encuentra en escuchar a nuestro cuerpo, sino que el cuerpo envía falsos mensajes. Es el caso en que el cuerpo se encuentra en un estado de dependencia a ciertos alimentos, podríamos decir incluso de adicción. Esto sucede por varias razones:
1.- Existe una proliferación excesiva de bacterias indeseables o patológicas en el intestino, las cuales producen ciertas neuro-toxinas que activan los receptores del bienestar. Esto sucede, por ejemplo, en el caso de que haya una infección por levaduras como cándida, las cuales producen estas substancias placenteras cuando se alimentan de azúcares y carbohidratos. Por ello, es muy difícil de conseguir cortar una dependencia al azúcar y carbohidratos cuando existe una infección por cándida. Pero como hemos dicho, nuestra mente es mucho más poderosa que nuestro cuerpo, así que se puede lograr, muchas personas lo consiguen aunque sea difícil!
2.- Existe un fallo enzimático que impide la correcta digestión de ciertos alimentos, como el gluten y la caseína. En este caso, estas proteínas se convierten en péptidos opioides, que alteran la transmisión de neurotransmisores del cerebro, y producen también una adicción. Esta situación puede llevar a una persona incluso a ciertas enfermedades psicológicas y neurológicas.
En ambos casos, es necesario un control externo a nuestro cuerpo: la mente, o una persona de nuestro entorno que nos ayude a hacer el régimen. En el caso de los niños serán los padres, en un adulto, puede ser necesario la intervención de la pareja o de algún familiar próximo.
Pero cuando es la mente la que erróneamente ha decidido la dieta para nuestro cuerpo, el problema está en que hace falta librarse de todas las ideas preconcebidas sobre nutrición y ponerlas todas en duda, lo cual no es evidente. ¿Cómo logralo? ¿Cómo podemos reconectar con nuestro cuerpo?

 

Conscious eating (Alimentación consciente)

Para empezar, es necesario relajarse antes de comer. Desconectar con el entorno: el trabajo, las noticias de la televisión, teléfono, amigos, compañeros o familia. Durante unos días, comer solo, en un estado de casi meditación, lo que se llama conscious eating. Para ello:
  1. Realizar unos ejercicios de respiración antes de comer para relajarse. Se puede hacer incluso un poquito de meditación.
  2. Centrarse en las sensaciones del cuerpo antes, durante y después de la comida. Hacerse las siguientes preguntas:
    • ¿Tengo realmente hambre? Analizar si realmente el estómago está moviéndose y haciendo “ruiditos” indicando que tiene hambre, o si simplemente, vamos a comer porque es la hora.
    • ¿De qué tengo hambre? ¿Qué alimentos me apetecen comer? ¿Quizás sólo una ensalada, o un buen plato de carne, o un arroz? ¿Realmente me lo está ordenando el cuerpo o me lo dicen mis ideas preconcebidas?
  3. Una vez se ha identificado que realmente el cuerpo necesita comer, y qué es lo que necesita comer, entonces se procede a prepararlo. Para la mayoría de comida sana no hace falta dedicar mucho tiempo en la cocina. Se puede tener siempre preparado un poco de arroz o alguna legumbre en la nevera, que puede conservarse durante dos o tres días. Para preparar una ensalada, verdura, carne, pescado o huevos se puede hacer bastante rápidamente aunque no se disponga de mucho tiempo.
  4. Cocinar nuestra propia comida abre los sentidos y ayuda a estimular el sistema digestivo. Además, si se hace de forma consciente, y se prepara con amor, teniendo pensamientos positivos, entonces se le añade a la comida la vitamina L (love).
  5. Si se es creyente en alguna religión o simplemente se cree en el poder de la mente, dar gracias por los alimentos que se van a tomar y bendecirlos aumenta todavía más la energía positiva o vitamina L de la comida.
  6. Comer de forma consciente: degustar la comida, concentrarse en el olor, la textura, la presentación (color, forma), el gusto, la temperatura. Masticar lentamente.
  7. Estar pendiente para notar la sensación de saciedad y dejar de comer en ese momento. Si queda comida todavía, guardarla en la nevera, no hace falta acabarse todo el plato.
  8. De nuevo, dar gracias por los alimentos que se ha tomado. Visualizar cómo los alimentos se digieren correctamente hasta sus partes elementales (imaginar unas tijeras, por ejemplo, que van cortando los alimentos hasta llegar a trocitos microscópicos), y cómo éstos después se distribuyen por todo el cuerpo transportados por la sangre y alimentan todas las células de nuestro organismo.
  9. Después de comer, estar pendientes de cómo le ha sentado al cuerpo: ¿empiezan a haber gases, mucho ruido en la barriga o dolor, o bien, hay una sensación de satisfacción y de energía renovada? Estar alerta de todos los posibles síntomas (dolores en cualquier parte del cuerpo, reacciones inmunitarias, corazón, etc), tanto inmediatamente como unas horas después. En el caso de que se presente algún síntoma en algún momento anotar todo lo que se ha tomado las 48 horas anteriores.
Se debería realizar este ejercicio durante un cierto tiempo hasta que uno sea capaz de comer de forma consciente sin necesidad de tanta concentración, estando en compañía de otras personas.
Una vez hemos reconectado con nuestro cuerpo y podemos liberarnos de las ideas preconcebidas y probar nuevos estilos de alimentación con la mente abierta y el cuerpo receptivo, podemos empezar a distinguir qué alimentos son beneficiosos y cuáles son perjudiciales..
 

Poniendo a prueba diferentes dietas

A partir de este momento podemos poner en duda todas los tipos de dietas existentes: vegetariana, crudivorista, hiper-proteica, paleo, macrobiótica, etc. Todas ellas tienen argumentos válidos para defenderlas, así que ¿cómo escoger cuál es la mejor? Además, dentro de cada tipo de dieta, hay tantas diferentes variantes como nutricionistas existen en la tierra.
Una proposición es simplemente probarlo durante una temporada. Si ese estilo de nutrición mejora la salud física o psicológica indica que es una buena dieta. Si se empeora, puede ser que sea una reacción de desintoxicación, un agravamiento temporal antes de mejorar, cosa que sucede a menudo en numerosas terapias. Así que es necesario hacer la prueba durante cierto tiempo. Normalmente, si el empeoramiento dura demasiado tiempo y se agrava cada vez más se trata de una intolerancia, pero si es pasajero es simplemente una reacción de desintoxicación.
Por el contrario, sólo por el hecho de que un alimento hace sentir bien (al principio) no significa que sea bueno para la salud. Puede ser que sean sus propiedades estimulantes lo que provocan la sensación de bienestar. Las anfetaminas también dan una gran sensación de bienestar, pero destrozan completamente la salud.
Un terapeuta nutricionista puede orientar si puede tratarse de una reacción de desintoxicación o si es una dieta que no conviene a la persona.
Si no se produce ningún cambio con la nueva dieta, normalmente indica que no es la adecuada.
Las intolerancias y las necesidades nutricionales evolucionan durante la vida. No tiene las mismas necesidades la misma persona en la infancia, adolescente, adulto o vejez. A veces puede pasar que durante una fase de la vida sea más adecuada una cierta dieta, por ejemplo, una vegetariana cuando el cuerpo necesita una desintoxicación, o una hiper-proteica cuando el cuerpo está desnutrido. La alimentación necesaria a lo largo de la vida cambia para cada persona. Mientras la persona sufre cierta enfermedad, sea crónica o aguda, necesitará una dieta terapéutica, que puede ser diferente a su dieta de mantenimiento, que es la alimentación adecuada a su persona cuando se encuentra sana.
La dieta terapéutica también dependerá del tipo de enfermedad. Así por ejemplo, la Dra. Campbell-McBride ha diseñado la dieta GAPS para personas que sufren enfermedades neurológicas, la cual es una dieta donde se eliminan los azúcares y cereales; mientras que la dieta más famosa para enfermos del cáncer es la dieta Gerson, basada en zumos de verduras; la dieta para enfermos de epilepsia es la dieta cetogénica, muy alta en grasas o la Failsafe, donde se eliminan la mayor parte de frutas y verduras por su contenido en fenoles; etc.
También puede ser que la persona cree conveniente cambiar su tipo de alimentación a diario. Por ejemplo, puede decidir comer vegetariano un día a la semana para una desintoxicación semanal, de la misma forma que puede hacer un ayuno una vez al mes, cosa que personalmente recomiendo hacer.
El mejor médico para una persona es uno mismo, o los padres en el caso de los niños. La mejor opción para encontrar la salud es estudiar nutrición uno mismo, y así poder decidir qué tipo de alimentos convienen mejor para uno mismo y para sus hijos. Pero para ello, es necesario que la persona se instruya sobre diferentes aproximaciones a la nutrición, para saber “por dónde empezar” y de qué alimentos/substancias sospechar. Un terapeuta en nutrición puede ayudar a realizar estas decisiones, sobretodo cuando la persona no tiene tiempo para estudiar nutrición. Pero la cantidad de variables y de factores que influyen en encontrar la alimentación adecuada es tan extensa que siempre es necesaria una cierta participación de la misma persona en el proceso.
 

Variables a tener en cuenta en el proceso de conocerse a uno mismo

  1. Cada persona le conviene una dieta diferente. Seguramente los miembros de una misma familia, un padre respecto a sus hijos, guardará una similitud mayor que con otra persona, pero aún y así será diferente debido a una genética diferente y a un entorno diferente.
  2. Las tradiciones y el país de donde procede. Los hijos que procedan de padres de diferentes países y razas tendrán mucho más difícil el determinar qué tipo de alimentación les conviene. También tener en cuenta si los antepasados lejanos proceden de una zona del planeta diferente. Por ejemplo, si procede de un país mediterráneo le convendrá mejor el aceite de oliva, como fruta los cítricos y como verdura las alcachofas; mientras que si procede del norte de Europa le convendrá mejor el aceite de colza o la grasa animal; la manzana como fruta; y la col como verdura.
  3. El país y el clima donde vive. Si ha crecido en un país mediterráneo quizás le convenían mejor las frutas, pero si actualmente vive en un país de la Europa central o norte, ya no le convendrán tanto las frutas y sino que necesitará más grasa.
  4. La época del año: en invierno la comida disponible es diferente de la de verano. En verano se suele comer más verdura y fruta, sobretodo cruda, mientras que en invierno son más recomendables los caldos de carne o pescado ricos en grasas y proteínas, debido a la escasez de verdura y fruta que ocurre en la naturaleza durante la época de frío.
  5. Las condiciones médicas a las que ha sido sometido: vacunas, exposición a metales pesados, medicamentos, etc. Y también las condiciones de estrés, hospitalización, enfermedades, etc., las cuales pueden haber influido en la aparición de intolerancias. Ciertas condiciones de fatiga, estrés, conflictos emocionales, etc. pueden influir en que las intolerancias se hagan más o menos agudas según los días.
 

Distinción entre alimentos insaludables y alimentos intolerantes

La barrera entre un alimento insaludable y un alimento intolerante es muy difusa. Hay ciertos alimentos los cuales prácticamente todos los nutricionistas están de acuerdo que se tratan de alimentos insaludables, pero la mayor parte de los alimentos pueden ser sanos para ciertos nutricionistas e insaludables para otros.
Absolutamente todos los alimentos tienen propiedades beneficiosas y perjudiciales. Considérese cualquier alimento, el más saludable que existe, por ejemplo el brécol. El brécol es uno de los alimentos con más virtudes: uno de los más ricos en antioxidantes, permite desintoxicar los metales pesados, numerosas vitaminas y minerales, etc. Pero los phenoles y flavonoides que actúan como antioxidantes son substancias que las plantas contienen para protegerse de los insectos, así que son también tóxicas y existen muchas personas que no toleran este tipo de substancias. El brécol es también muy rico en azufre, el cual es necesario para realizar el proceso de desintoxicación. Pero si existe una proliferanción demasidado importante de bacterias sulfato-reductoras en el intestino, el azufre será convertido el sulfito, el cual es tóxico para el cuerpo.
Otro ejemplo es la manzana, también uno de los alimentos sanos por excelencia. Muchísimas personas padecen flatulencias cuando comen manzana, debido a una intolerancia a las fibras solubles que contiene las cuales son altamente fermentables, o bien, a una intolerancia a la fructosa.
En general, cuanto mayor es el contenido nutricional de una alimento, mayor es también su contenido en anti-nutrientes. En el mundo vegetal, estos preciados nutrientes son protegidos con anti-nutrientes. Otros ejemplos son las espinacas, con contenido muy elevado en oxalatos, o el chocolate, conteniendo una gran cantidad de oxalatos y alcaloides. Y también los cereales integrales contienen una gran cantidad de anti-nutrientes: oxalatos, fitatos, lectinas, saponinas, etc.
Así que no se puede afirmar que ningún alimento sea beneficioso para todas las personas, cada persona necesita alimentos diferentes, está mejor adaptada a una alimentación diferente y se debe alimentar de forma diferente.
Es por ello que yo prefiero clasificar el resto de alimentos que no son perjudiciales, en alimentos tolerantes/intolerantes.
 

Clasificación de los alimentos según intolerancias

En primer lugar, podemos empezar eliminando de la dieta ciertos productos de los que no hay duda que son perjudiciales para la salud:
  • Procesados o industriales: aceites hidrogenados o margarina; aditivos: colorantes, conservantes, antiaglomerantes, espesantes, potenciador del sabor (glutamato monosódico); edulcorantes artificiales (sacarina, aspartamo, sorbitol, sucralosa, acesulfamo, neotamo).
  • Tratados químicamente con pesticidas, antibióticos, hormonas, genéticamente modificados
  • Tostados a altas temperaturas o quemados: aceites vegetales a altas temperaturas (patatas fritas y chips), cereales del desayuno, tostadas, palomitas de maíz, carne tostada en la barbacoa, café, etc.
A continuación, hay ciertos alimentos con más probabilidad de ser problemáticos debido a su tendencia a crear adicción: alcohol, azúcar, chocolate, café.

Luego se han de considerar los alimentos según su probabilidad de crear intolerancias:

Probabilidad alta: cereales con gluten, legumbres (soja incluida), productos lácticos, semillas

Probabilidad media: huevos, cereales sin gluten, frutos secos, fruta, algunas verduras (patata, berenjena, pimiento, tomate, col, cebolla, ajo, …), marisco

Probabilidad baja: carne, pescado, la mayoría de verduras

Así que en primer lugar se deben eliminar los alimentos que son insaludables, y luego, los alimentos a los cuales existe una intolerancia. Los alimentos que quedan serán los que constituyan la base de su alimentación.


Los problemas que pueden crear no son sólo gastrointestinales, sino también cualquier tipo de enfermedades inflamatorias (enfermedades otorrino-laringologas, enfermedades reumatológicas, fibromialgias, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes y alérgicas ) y enfermedades neurológicas, hormonales, etc.

En este otro artículo se exponen algunas estrategias para identificar las intolerancias.
 

Otros factores a tener en cuenta en la alimentación


Hasta ahora se ha abordado qué alimentos se debe comer y cuáles no. Pero existen muchísimas otras cuestiones que influyen en una buena alimentación:
  1. Cuándo: ¿con qué frecuencia comer, cuántas veces al día, a qué horas del día, a qué velocidad comer, etc.?
  2. Cuánto: ¿qué cantidad hay que comer en cada momento de cada alimento?
  3. Dónde: ¿cuál lugar es el más apropiado, cómo debe ser el ambiente donde se come, etc.?
  4. Cómo: ¿cuál es la actitud cuando se come, cómo influyen la compañía, qué utensilios se utilizan, etc.?
La mayoría de las respuestas a estas preguntas también son personales, así que también hay que reflexionar personalmente sobre su solución. Algunas personas, cuando existe una malabsorción de los alimentos por ejemplo, necesitan comer cada 3 horas, mientras que otras sólo necesitan comer una o dos veces al día máximo; algunas personas prefieren comer en casa tranquilamente y solas, mientras otras prefieren un restaurante acompañados de sus mejores amigos; etc.
 

Conclusión:


Para conocerse uno mismo es importante desafiar el cuerpo, atreverse a hacer cambios en la alimentación, poner en duda todas las ideas preconcebidas y probar diferentes dietas.
Hacer una combinación de todas las estrategias: realizar análisis, buscar el consejo de un terapeuta en nutrición y realizar dietas de eliminación-reintroducción, suele ser lo que da mejores resultados.
 

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